Conferencia Psic. Esperanza Martínez


“Aproximación a un enfoque integral del proceso de aprendizaje y sus dificultades”

Esta ponencia da cuenta de algunos aspectos de la investigación, llevada a cabo en el Servicio de Atención Psicológica de la Facultad de Psicología, con el apoyo de CSIC (Comisión Sectorial de Investigación Científica), en el período 1998-1999. 

Se tomó como punto de partida los resultados de investigaciones realizadas en el Uruguay en los últimos años, que coinciden en señalar los efectos progresivos de las situaciones de pobreza, que inciden en los niños generando daños que, con el transcurso del tiempo, tienden a volverse irreversibles. 

Una investigación pionera sobre el desarrollo psicomotor y emocional de niños de hasta 5 años de sectores urbanos (CLAEH, 1989), ya daba cuenta de cifras alarmantes: 

Sectores                     Normalidad                            Riesgo                        Retraso 

No pobres                       85,0%                                     13,3%                        1,7% 

Pobres                            67,3%                                    24,3%                         8,4% 

La investigación del GIEP (1996) profundiza en esta línea y concluye: “Todo sugiere que muchos de los niños de los sectores pobres comienzan muy tempranamente un camino de retraso en el desarrollo del lenguaje y pensamiento simbólico, que se prolongará en el fracaso escolar y en dificultades para la integración cultural y social a la comunidad nacional” ( Bernardi y col. - “Cuidando el potencial del futuro”). Los autores afirman que las condiciones de pobreza tienen un efecto acumulativo como potenciadoras de daño, ya que a medida que la edad del niño avanza, aumenta la prevalencia de retraso en el desarrollo psicomotor.

La investigación de MECAEP (1996) constata bajos resultados del modelo educativo actual en su acción sobre los niños en situación de riesgo.

Desde el sistema escolar, la no promoción, basada en el no cumplimiento de los objetivos curriculares en los plazos fijados por los programas, es significada como fracaso. A partir de las cifras de alumnos no promovidos en las escuelas públicas del Uruguay se realizaron estadísticas, que nos aportan los siguientes datos.

En la década del 90 el promedio de repetición en primer año en las escuelas públicas de Montevideo es de 22%. La distribución por zonas indica la fuerte incidencia de factores socio-económicos. En el momento de formular el Proyecto de Investigación que nos ocupa, los porcentajes oscilaban entre un 4% y un 38%, en relación con las características de las zonas donde se ubicaban las escuelas. Los más altos porcentajes correspondían a zonas con predominio de familias en situación de desocupación y vivienda precaria.

Esta correlación entre el fracaso escolar y las situaciones críticas de pobreza se mantiene en todos los estudios que se han realizado sobre el tema (CEPAL 1990; IPUR 1991; ANEP 1998; Facultad de Ciencias Sociales 2000).

Si bien aumentó la matrícula en los centros de educación inicial, muchos niños ingresan a primer año en condiciones de desventaja; no logran cumplir con los requerimientos del programa escolar; repiten grados; son promovidos por extra-edad y con frecuencia abandonan la escuela sin completar el ciclo primario.

Teniendo en cuenta que desde distintos ámbitos hace más de treinta años que se viene denunciando la gravedad del problema, y en la última década se han implementado distintas acciones que procuran sin éxito revertirlo, nos planteamos que la escuela pública tiene dificultades para instrumentar respuestas adecuadas frente al incremento de la población escolar en niveles de pobreza; de ahí la necesidad de crear nuevos recursos en cuanto a formas posibles de intervención.

Nuestra propuesta de un Proyecto de Investigación-Acción referido al proceso de aprendizaje y sus dificultades responde a la preocupación de atender la extrema complejidad de los factores en juego y la dificultad manifiesta de encontrar soluciones adecuadas. 

Esta complejidad  plantea la pertinencia de un abordaje interdisciplinario, que integre acciones provenientes de distintos organismos públicos a los cuales el problema desafíe, con la necesaria coordinación que deriva del acuerdo en los objetivos y métodos.

Consideramos que uno de estos organismos es la Universidad de la República, con sus objetivos de investigación, docencia y extensión, por lo que planteamos en este Proyecto la posibilidad de realizar un avance en la identificación de los factores de riesgo y la comprensión de las circunstancias que los generan, procurando abrir caminos para una intervención eficaz.

Se planteó como objetivo elaborar y analizar la implementación de un modelo preventivo y de diagnóstico precoz de las situaciones de riesgo, y la atención de las dificultades escolares con un abordaje terapéutico centrado en la etiología, lo que.según nuestras hipótesis, promovería cambios en plazos más breves que los habituales.

Se constituyó un equipo integrado por psicólogos con distintas especializaciones, maestros, psicomotricista, fonoaudiólogo y asistente social. El planteo fue una investigación-acción orientada a estudiar en profundidad distintos fenómenos a partir de una delimitación geográfica e institucional. Se analizó la incidencia de distintos factores en el fracaso escolar; se llevó a cabo un trabajo preventivo y se efectuaron intervenciones terapéuticas en los casos en que se había manifestado alguna dificultad.

Comenzamos por una revisión bibliográfica, tomando aportes de autores que se han ocupado del tema y han elaborado distintas interpretaciones teóricas sobre firmes bases clínicas y experimentales. 

 A través de este recorrido comprobamos que existen valiosos aportes de distintas teorías que en muchos puntos, lejos de contradecirse, se pueden complementar para llegar a una comprensión más amplia de los procesos implicados en el aprendizaje. 

A nivel epistemológico compartimos el planteo de autores como Lucien Goldmann y Sara Paín, que encuentran puntos de convergencia entre el psicoanálisis y las hipótesis pliagetianas desde una perspectiva estructuralista genética.

Consideramos que ambas teorías hacen importantes contribuciones a la comprensión del proceso cognoscitivo y sus dificultades. Recogemos también los aportes de autores que desde otros marcos teóricos han investigado sobre el tema.  

Sobre esta base trabajamos en la construcción de un modelo teórico, procurando un avance en la comprensión del proceso de aprendizaje. En este modelo jerarquizamos los siguientes aspectos:

-     El proceso de desarrollo se caracteriza por una progresiva construcción de estructuras, en continua interrelación entre el individuo y su medio. 

-     El aprender es un proceso activo, de creación personal, que se genera en esta interrelación. 

-     Este proceso implica la existencia de un sujeto psíquico, con una identidad asumida como personal y discriminada de su entorno, que haga posible la apropiación del conocimiento.

 -    El proceso de estructuración que permite la emergencia del sujeto psíquico sólo puede tener lugar en un vínculo
       significativo con un otro.
 

-    Los procesos de simbolización son determinantes en la construcción del sujeto psíquico, y por lo tanto en el proceso de apropiación del conocimiento. 

En este marco teórico, nos propusimos identificar, a partir del nivel de educación inicial, las circunstancias que pueden incidir en el surgimiento de dificultades escolares, antes de que éstas determinen un fracaso.  

Para encarar este punto se realizó el estudio diagnóstico de los niños que cursaron el nivel 5 durante 1998 y 1999, comprendiendo las áreas psicológica, psicomotriz  y  psicolingüística. Posteriomente se realizó la evaluación pedagógica de estos niños cuando cursaban 2º año y 1er. año respectivamente. 

Al comienzo de la investigación nos preguntábamos:  A nivel operativo: ¿Cómo pueden construirse modelos que permitan el diagnóstico precoz? ¿Cuáles son los instrumentos que en esta experiencia resultan tener mayor valor predictivo? ¿Cómo se identifican y articulan los distintos factores que se conjugan generando una dificultad escolar? 

La primera conclusión fue la siguiente: Comprobamos que la totalidad de los niños evaluados cuando cursaban el nivel pre-escolar en 1998 y 1999, ingresaban a primer año con un nivel cognitivo acorde a su edad, si bien muchos de ellos presentaban dificultades que previsiblemente constituirían obstáculos en su desempeño escolar. 

Estas dificultades podrían agruparse en dos categorías: 

 *   Dificultades instrumentales, fundamentalmente en lenguaje y psicomotricidad. Uno de los niños presentaba una importante dificultad motriz, y dos niños presentaban  déficit  visual  severo..

*  Dificultades vinculares, que en cierto número de casos, observados con más frecuencia en los niños de contextos socio-económicos carenciados, se manifestaban como dificultades en la construcción de su identidad personal.  

 Estas dificultades, que cuando se presentan aisladamente pueden llegar a tener una evolución espontánea favorable, al estar asociadas sus efectos se potencian, lo que constituye  un  importante factor de riesgo de fracaso escolar. De ahí la importancia de una intervención terapéutica realizada en el momento oportuno, que pueda revertir la situación antes de que llegue a generar un problema de aprendizaje.

Los altos porcentajes de fracaso escolar en las escuelas que se ubican en las zonas más carenciadas dan cuenta de este riesgo en niños que, intelectualmente, estarían en condiciones de cursar su ciclo escolar sin dificultades.

¿Cómo interpretar la relación entre las situaciones críticas de pobreza y las dificultades escolares?

El sub-equipo social realizó un estudio de las condiciones de vida en la zona, afectada desde hace algún tiempo por el cierre de importantes fábricas. La desocupación o la sub-ocupación, la precariedad del empleo, la imposibilidad de acceder a una vivienda adecuada a las necesidades familiares, llevó a la ocupación de tierras y a la construcción precaria de viviendas, algunas en locales fabriles abandonados, donde el espacio es claramente insuficiente.

 Algunas de las investigaciones ya citadas coinciden en señalar que el hacinamiento es uno de los factores de riesgo más importantes. La inseguridad permanente respecto a la posibilidad de cubrir las necesidades básicas de la familia es otro de los factores que contibuyen a configurar situaciones de vulnerabilidad social.

 ¿Cómo definimos la situación de pobreza? Las investigaciones han tomado en cuenta distintos indicadores para demarcar la línea por debajo de la cual se la define: canasta básica de bienes, condiciones habitacionales, acceso al agua potable, etc.

 Se admite la importancia del factor psico-social, pero la inclusión de variables que den cuenta de estos aspectos en estudios cuantitativos presenta dificultades.

Nuestro proyecto intenta una aproximación cualitativa a estos factores. Siendo la situación de pobreza crítica un factor de riesgo difícilmente modificable sin un cambio radical de las estructuras socioeconómicas de las cuales es consecuencia, nos preguntamos cómo disminuir sus efectos y potenciar factores de protección, para evitar que se produzca un daño irreversible que, según se ha demostrado, tiende a producir nuevos daños en sucesivas generaciones.

Intentaremos una aproximación a la comprensión de algunos procesos generadores de daño, analizando situaciones concretas: cómo se configura una situación de riesgo; a través de qué procesos se produce el daño; de qué manera este daño se podría evitar.

Tomando como base el concepto de “necesidades básicas insatisfechas” considerado en un sentido amplio, en relación a lo que un niño necesita para un crecimiento sano, diremos con Winnicott que el niño necesita fundamentalmente un ambiente protector frente a la irrupción de lo traumático que lo lleva a reaccionar interrumpiendo la continuidad de su ser.

En este sentido podemos pensar que la situación de pobreza en sí misma es traumática, ya que enfrenta al niño con necesidades perentorias que no está en condiciones de modificar y que sobrepasan su capacidad de organizar defensas adecuadas.         

El concepto clásico de trauma como relación entre el monto de la excitación y la incapacidad de dominarla, habitualmente remite a situaciones catastróficas, caracterizadas por su cualidad de imprevisibles y por la intensidad con que irrumpen, no permitiendo una adecuada organización de las defensas.

 Freud plantea el concepto de “angustia-señal” como recurso del yo ante una situación de peligro, a fin de poner en marcha las operaciones defensivas que puedan evitar el sentirse desbordado (Freud, 1926, “Inhibición, síntoma y angustia”).

Winnicott aporta un elemento importante al relacionar el factor externo potencialmente traumático con la etapa que el niño esté viviendo en su proceso de autonomía: lo traumático ocurre cuando no hay un yo lo bastante organizado como para hacer frente al peligro con defensas eficaces.

En las primeras etapas de la vida, en situación de absoluta dependencia, la función primordial del ambiente es la de protección frente a la posibilidad siempre presente de irrupción de lo traumático: el hambre, el frío, la intensidad de los estímulos, ante los cuales el niño carece de defensas, y experimenta lo que Winnicott llama “agonías primitivas”, ya que la palabra “angustia” no le parece suficientemente intensa como para describir esta situación (Winnicott, “Exploraciones psicoanalíticas”  Tomo I).

Masud Khan desarrolla el concepto de “trauma acumulativo” como resultado de las fallas en la función  protectora de la madre frente a la amenaza de irrupción de factores potencialmente traumáticos. El trauma acumulativo, para M. Khan, “deriva de las tensiones que experimenta el niño en el contexto de la dependencia de su yo con respecto a la madre como protección contra las excitaciones y yo auxiliar” (M. Khan, “La intimidad del sí mismo”).   

Para que la madre pueda cumplir su función protectora, necesita ella misma un ambiente sostenedor y confiable, que le permita sentirse capaz de responder a las necesidades de su hijo. 

Pero esta función primordial se dificulta cuando la familia carece de una red de protección social que le brinde cierta estabilidad de vivienda, de trabajo, de cobertura de las necesidades básicas. Si los padres se sienten desprotegidos y carentes de recursos con los que afrontar sus dificultades, no pueden constituirse para el niño en un sostén eficaz.    

El efecto acumulativo de la situación de pobreza va más allá de una simple sumatoria; las experiencias repetidas generan efectos que llegan a convertirse en permanentes y actúan perturbando el complejo entramado de los vínculos familiares que debería proporcionar al niño el marco sostenedor de su proceso de crecimiento.

Nos detendremos brevemente en algunas situaciones que observamos en niños que cursan nivel pre-escolar o ingresan al ciclo primario, por la importancia de sus efectos en la construcción de un espacio subjetivo.

Juan Pedro ingresa a primer año. Después de transcurrir un tiempo, la madre se acerca a la escuela para una entrevista. Habla de sus hijos, refiriéndose especialmente al mayor, Nicolás. Así en la escuela se conoce el hecho de que el niño anotado como Juan Pedro, y llamado así por su maestra y sus compañeros,  en la casa es nombrado como Nicolás. ¿Cómo se dio esta situación? Nicolás era el nombre elegido por la madre para su hijo mayor antes de que naciera. La abuela materna se opuso a esta decisión: había que llamarlo Juan Pedro. La solución de compromiso fue anotarlo como Juan Pedro, pero llamarlo Nicolás.

Valeria es la mayor de cuatro hermanas. Concurre al jardín de infantes, donde evidencia dificultades importantes en el área del lenguaje. Ella y sus hermanas duermen con su madre en la misma cama; ninguna controla esfínteres. Su madre empezó a llamarla “Bebé”, y sigue siendo “Bebé” aunque sea la mayor de cuatro hermanas. La hermana que le sigue en edad es llamada “Beba”.

Lucía es la menor de seis hermanos. Una de sus hermanas mayores formó pareja y tiene una hija, con lo que el núcleo familiar, ya bastante numeroso, pasó a tener dos integrantes más. Lucía no sabe cómo nombrar a los nuevos integrantes de su familia: a veces habla de su hermanita para referirse a su sobrina; las figuras de madre y de padre no quedan claramente referidas a las personas con las que ella tiene ese vínculo; los roles parentales se desdibujan.         

Carina vive con su madre y la familia materna: abuela, tíos, primos. Una tía, llamada Carla, es sólo dos años mayor que ella y las dos van a la misma escuela. Mirando la ficha de inscripción, comprobamos que tía y sobrina se llaman Carina Carla; difieren en su apellido, pero ambos nombres coinciden, en una combinación poco común.

Jonathan, que repite primero, tiene muchos hermanos, pero no sabe nombrar a todos ni decir cuántos son, ya que hay hijos de parejas anteriores de sus padres; otros, que son hijos de ambos, no viven en la misma casa. Los datos de la ficha escolar son confusos, ya que en distintos momentos y según la persona que brinde la información, aparecen contradicciones. La madre a veces menciona un accidente ocurrido a alguno de sus hijos, sin individualizarlo; finalmente hay indicios que nos llevan a pensar que el que se accidentó fue Jonathan. El y los hermanos que concurren a la escuela no han conseguido todavía dejar la mamadera. La madre dice: “Todos son iguales; muy pegados a mí”. 

Ninguno de estos niños ha vivido situaciones catastróficas; sus problemas son los derivados de su situación de pobreza y desamparo. No han sufrido abandono; posiblemente en sus primeros meses hayan vivido un buen vínculo con su madre; pero al ir dando pasos en el sentido de una progresiva independencia, la madre debió atender otras urgencias: el problema de la subsistencia día por día, la inseguridad, un nuevo embarazo, el cuidado de un hijo recién nacido, la enfermedad de otro hijo que debe ser hospitalizado.

No hay ambiente facilitador para el proceso de crecimiento y autonomía. Faltan elementos para construir espacio subjetivo: desde la mirada del otro que lo inviste como único e insustituible, con un nombre que le pertenece y que lo identifica, discriminándolo de otros que pertenecen a la misma familia, hasta los objetos de pertenencia: una cama, un lugar en la casa, un juguete, una prenda de ropa, algo que pueda sentir como suyo; que puede compartir o no, pero que le pertenece por derecho propio.

Hay dificultades que provienen de las carencias materiales, pero hay otros factores; por ejemplo, la dificultad de la madre para discriminarse de su familia de origen. Cuando la madre no ha podido transitar bien por su proceso de individuación, le resulta difícil acompañar al hijo en la tarea de construir su propia identidad.

M. Khan plantea en un sentido general las condiciones en las que se da esa falla en la función protectora de la madre: “Es la intrusión de sus necesidades y conflictos personales lo que caracterizo como su fracaso con respecto al rol de protección contra las excitaciones” (M. Khan “La intimidad del sí mismo”).

Nosotros tomamos aquí un aspecto: las necesidades y conflictos de la madre que derivan de su situación de carencia y su angustia por no poder cubrir las necesidades básicas de su familia.

Winnicott amplía el concepto de trauma cuando se refiere a situaciones en las que no pasó nada cuando algo debía haber pasado (Winnicott,“Exploraciones psicoanalíticas” Tomo I), y lo expresa de un modo conmovedor al referirse a las angustias impensables: “No hay nadie que sostenga al bebé”.

Cuando la madre emerge de su estado de “preocupación materna primaria” (Winnicott), las urgencias de la diaria subsistencia de la familia y el peso en la trama vincular de la situación de carencia, van configurando un ambiente en el que ese niño que va creciendo se encuentra falto de sostén.                  

Por consiguiente, no están dadas las condiciones para que el proceso de integración del yo y la progresiva independencia se vayan dando a su propio ritmo y armónicamente.

Los niños expresan en sus producciones su dificultad para construir un espacio subjetivo. En niños que cursan el nivel de 5 años observamos:  

La figura humana aparece inmadura, no bien delimitada, con trazos que se confunden con los de otras figuras humanas, animales, objetos y trazos entrecruzados. El conjunto aparece confuso. A pesar de la gran variedad de elementos, cada uno de ellos es pobre en detalles y poco discriminado.  

El dibujo de la familia presenta rasgos similares. Los personajes están poco discriminados y se confunden, tanto en el dibujo como en la elaboración de una historia.

           El Bender aparece como inmaduro, con los trazos mínimos por los que se puede diferenciar figuras abiertas o cerradas, de líneas o de puntos, y algún elemento que permita (aunque no siempre), identificarlas. 

El vocabulario es pobre, con frecuencia no conocen los nombres de los colores. Da la impresión de estar poco habituados al intercambio verbal.

 A nivel de pensamiento operatorio, sus logros son los esperados para los niños de su edad. Clasifican, a veces por más de un criterio; hacen correspondencia; en ocasiones afirman la invariancia del número. Se encuentran en distintas etapas de transición al período operacional concreto. 

Por lo tanto, son niños capaces de elaborar sus experiencias, tanto a partir de los objetos como a partir de sus propias acciones, y están en proceso de construcción de las operaciones lógicas. Sin embargo se encuentran en situación de desventaja en habilidades que para el aprendizaje escolar resultan básicas.

 Pero no se trata sólo de dificultades instrumentales; hemos visto que las situaciones críticas de pobreza configuran por sí mismas un importante factor de riesgo.

 Al ingresar a la escuela en estas condiciones, sus primeras experiencias están marcadas por el fracaso: tienen dificultades para aprender al ritmo impuesto por los programas escolares; en poco tiempo se afirman en la convicción de su incapacidad para el aprendizaje escolar. 

¿Cómo conceptualizar estas dificultades? Nos planteamos la siguiente hipótesis:

A partir de los aportes de Winnicott, consideramos que el proceso de aprender se da en un espacio transicional, lo que implica un adentro, un afuera, y una zona de intercambio. La configuración de un espacio interno discriminado, aunque permeable, es esencial en este proceso

Desde la perspectiva piagetiana, sólo es posible un proceso de asimilación en la medida que hay una estructura interna capaz de operar esa transformación.

 Ambas teorías coinciden al postular que el proceso de aprender sólo es posible en la medida en que se haya podido construir un espacio subjetivo.

Consideramos que este tipo de dificultad, que se manifiesta con particular incidencia en las situaciones de carencia socio-económica, configura por sí misma una categoría  específica de dificultad escolar .

 A fin de conceptualizarla, la referimos a los fallos en la construcción de un espacio subjetivo, fallos que limitan la creatividad y el proceso de apropiación del conocimiento.

Nos preguntamos hasta qué punto puede ser éste el origen de las dificultades que llevan al fracaso escolar a un alto número de niños que ingresan a la escuela con un potencial intelectual acorde a su edad.    

En estos casos podría considerarse el fracaso escolar a partir de la dificultad de la escuela en generar condiciones suficientes para  constituirse como un nuevo origen capaz de reparar en alguna medida los fallos ambientales que en muchos niños puedan estar dificultando un crecimiento sano.

Para los niños que están viviendo con dificultad la construcción de su espacio subjetivo, planteamos que es prioritario instrumentar acciones que desde la escuela procuren revertir la situación.  

Consideramos que todas las acciones tendientes a generar  espacios donde la creatividad pueda ser desplegada (aula, talleres, espacio de juego) constituyen formas válidas de intervención en el tema que nos ocupa, a fin de lograr que la escuela se constituya en un ambiente capaz de favorecer en alto grado los procesos de crecimiento, aprendizaje y autonomía.

En un segundo nivel de atención, nuestro objetivo consistió en identificar los niños en situación de riesgo y brindar una asistencia integral a la familia por medio del equipo interdisciplinario, procurando generar los cambios necesarios para superar los obstáculos que dificultan el libre juego del potencial de desarrollo.

 En conclusión:

 Destacando la importancia de las primeras experiencias en la configuración de  matrices de aprendizaje, contatamos que la familia no puede constituirse para el niño en un ambiente sostenedor  cuando vive en la angustia constante de la inseguridad económica. 

En nuestra investigación comprobamos los efectos traumáticos de las situaciones críticas de pobreza. Todo parece indicar que en el origen de gran número de fracasos escolares hay situaciones de riesgo que afectan la construcción de una identidad suficientemente discriminada y autónoma como para apropiarse del conocimiento.

De ahí la urgencia de implementar acciones desde el sistema educativo y el sistema de salud, lo que permitiría en gran medida evitar las dificultades, y en caso de configurarse un síntoma en el aprendizaje, abordar estrategias que puedan revertir la situación, previniendo daños irreversibles.

Proponemos:

 1 - Promover estrategias metodológicas que conjuguen la génesis y desarrollo de las estructuras cognitivas con la significación que para cada sujeto tiene el aprender.

 2 - Jerarquizar el vínculo docente-alumno, proporcionando condiciones que permitan una atención personalizada, lo que no puede lograrse adecuadamente con clases numerosas, y es tanto más importante cuanto más sufran los niños situaciones de deprivación.

 3 - Jerarquizar el espacio de apoyo, como espacio de atención personal que permita comprender la dificultad y encontrar caminos para superarla, teniendo en cuenta la singularidad de cada niño y de su problemática.

4 - Promover espacios de creatividad en forma de talleres que permitan la experimentación y la investigación, lo que pondrá en juego distintos procesos de apropiación y construcción de conocimientos, e incidirá favorablemente en el aprendizaje escolar.

5Promover   para   los   maestros   espacios    de    reflexión  y   de   intercambio interdisciplinario a fin de que las urgencias que deben resolver cada día no hagan obstáculo a su pensamiento creativo y a su posibilidad de descubrir caminos propios en su función docente, mediatizando el actuar.

6 - Atender a los procesos más que a los productos; valorar los procesos de aprendizaje en sí mismos, y no en relación al cumplimiento de metas curriculares con los tiempos acotados; respetar los ritmos personales; no considerar la “repetición en primer año” como indicador de fracaso escolar y medición de los resultados del sistema educativo

           En suma:

Planteamos que en el abordaje institucional de la problemática educativa se ha puesto el énfasis en los contenidos programáticos y en los aspectos metodológicos, sin suficiente atención a los factores personales: el sujeto aprendiente, el enseñante y el vínculo que se construye entre ambos.

Consideramos la importancia de pensar más en términos de “aprender” que de “aprendizaje”. Este último término es una abstracción a partir de una realidad concreta, que a medida que se aleja de esta realidad pierde contenido.  Por el contrario, “APRENDER” necesita un Sujeto; no hay un “aprendizaje” en abstracto sino un “YO APRENDO”, y este SUJETO APRENDIENTE es la piedra angular de todo sistema educativo.

Todo parece indicar que en el origen de gran número de fracasos escolares hay situaciones de riesgo que, si no se revierten mediante adecuadas estrategias de intervención, podrán generar daños permanentes.

Se pudo constatar la buena evolución de los niños que fueron atendidos por el equipo interdisciplinario con distintas estrategias de intervención durante breves períodos de tiempo.

En conclusión: Destacamos el carácter en gran medida REVERSIBLE de las dificultades constatadas durante el ciclo de educación inicial y al ingreso a la escuela, lo que muestra la urgencia de su atención, ya que configuran situaciones de riesgo que se pueden convertir en daño permanente.

 Nos hemos referido a acciones que pueden ser implementadas desde el sistema educativo y el sistema de salud. Pero teniendo en cuenta las situaciones de injusticia de las que derivan estos daños, nos cabe a todos una responsabilidad social. La desocupación, la vivienda precaria, con sus efectos de daño subjetivo en quienes las sufren, son consecuencia de estructuras socio-económicas que consideran estos daños como “costos sociales” inevitables. Mientras no se logre una economía al servicio de la calidad de vida humana, no habremos alcanzado una solución integral a estos problemas

                                                         Psic. Esperanza Martínez
                                                         Psic. Beatriz Rama Montaldo