La
Convención sobre los Derechos del Niño y la Familia. |
|
I. Preámbulo
Preámbulo
quiere decir lo que se hace antes de empezar a ambular, a caminar.
Nosotros necesitamos una instancia previa al empezar a caminar, a ambular.
Tenemos que acordar algo entre nosotros como modo de partida, de este
camino que iniciamos en el día de hoy. Eso
es lo que está contenido en el texto que les repartimos como documento
inicial al que hemos llamado “Nuestra fundamentación”. Nos
referimos a la experiencia humana, reiterada en distintos contextos de
acordar pautas, consensos, antes de iniciar un recorrido. Procurando
ofrecerles la oportunidad de vivir, en ese ponernos de acuerdo, una
experiencia centrípeta, a pesar de lo diversificado de vuestras
disciplinas científicas y de vuestro espacios de inserción laboral. Hay
determinados supuestos entre nosotros, lo que hará que luego de recorrer
un camino pueda emerger una labor colectiva. Nuestro
idioma nos ofrece ricas posibilidades de coincidencias que habilitan
juegos semánticos. Se ha señalado que el verbo “CREER” y el verbo
“CREAR” coinciden al conjugarse en primera persona del modo
indicativo. Al decir YO CREO me declaro en situación de hacer fe, y a la
vez me defino en propiedad de construir algo, de operar un efecto
transformacional que emerge de mi. Esto es lo esencial de nuestro preámbulo, vamos a trabajar desde y en el marco de una normativa que ha sido acordada desde hace ya una década: la Convención. También
hemos de trabajar desde referentes personales y profesionales distintos,
que han determinado diferentes procesos de historización. Pretendemos y
esperamos que sea una realidad posible, que se CREE entre ustedes un
agrupamiento fermental. Esperamos
que esta formulación de deseos pueda ser alcanzada. Simétricamente
nuestro Documento-guía: la “Convención sobre los Derechos del Niño”
establece en su preámbulo del que citaremos algunos fragmentos:
“...CONVENCIDOS de que la familia, como grupo fundamental de la sociedad
y medio natural para el crecimiento y el bienestar de todos sus miembros,
y en particular de los niños, debe recibir la protección y asistencia
necesarias para poder asumir plenamente su responsabilidades dentro de la
comunidad...” Quienes
la elaboraron, estuvieron convencidos, declararon al unísono una utopía
compartida a pesar de la multiplicidad de procedencias de origen. Hoy
es bueno que revisemos nuestras estructuras de valores, nuestros
fundamentos ideológicos nuestros niveles de convicción. Lo
trascendente se relativiza en este mundo contemporáneo. Se reiteran las
quejas de “ideología devaluadas” de pérdida de densidad de lo
trascendente. Con la propuesta de procurar acuerdos entre nosotros
pretendemos también recimentar niveles de convicción. Por eso estamos aquí. II.
Enfoque de Derechos
Continuando
con nuestro Documento-guía: “...Reconociendo
que el niño, para el pleno y armonioso desarrollo de su personalidad,
debe crecer en el seno de la familia, en un ambiente de felicidad, amor y
comprensión. Considerando
que el niño debe estar plenamente preparado para una vida independiente
en sociedad y ser educado en el espíritu
de los ideales proclamados en la Carta de las Naciones Unidad y, en
particular, en un espíritu de paz, dignidad, tolerancia, libertad,
igualdad y solidaridad.” O sea que, surge el
compromiso de dedicar esfuerzos desde cada Estado para que cada niño
pueda llegar al ejercicio de sus Derechos. Podríamos
hablar de dos grandes categorías de derechos, la primera: Derecho del niño
a la familia como derecho esencial y la segunda: Derechos de la familia
frente al Estado. a.
Derecho del niño a la familia El
proceso de humanización debería ser el primer derecho ha ser
concedido a un niño. Dicho proceso es el efecto de una construcción
afectivo-cultural que ha de operarse en el seno de un grupo humano, que no
está determinado genéticamente, y que lo activará la maduración. La
producción de la capacidad de funcionamiento autónomo
rige todo proceso educativo. Esta no ha de construirse si no se
transitó por una etapa de dependencia
absoluta en apoyatura con un contexto de privacidad e intimidad
que brinde un sostén adecuado. Un sostén, que para ser adecuado
tiene que ser continuo y confiable. La
familia “saludable” como grupo primario y natural sería quién
ofrecería ese primer espacio para el desarrollo. b.
Derechos de la familia frente al Estado La
familia debe ser protegida y asistida por el Estado a fin de poder cumplir
con su cometido social esencial. El
Estado ha de asumir responsabilidad para oficiar efectivamente como garante
de la tutela necesaria, de modo que la familia, a su vez pueda ofrecer
protección. Asumir
una responsabilidad en el cumplimiento de deberes, desde la instancia
parental, a la vez, ha de respaldarse en simetría con un Estado eficaz a
la hora de proveer amparo. III. Ser niño
hoy. ¿Se acabó la infancia?
El objetivo de este tópico sería abrir varias preguntas a fin de dejarlas para ser trabajadas por ustedes, a lo largo de los siete módulos de este Seminario. Sabemos
que existe consenso en definir la infancia como el efecto de un proceso de
construcción cultural. Este proceso se opera desde la potencia
instituyente de instituciones que la forjaron en la modernidad. Lo que llamamos “infancia” es una producción simbólica e imaginaria que fue promovida desde el llamado “Estado burgués” hace aproximadamente 300 años. Es
el resultado de un discurso y de un conjunto de prácticas que emanaron de
esas instituciones (fundamentalmente familia y escuela). Hoy
se piensa desde diferentes ciencias humanas, que estas instituciones están
en crisis, por lo tanto esta crisis, este “agotamiento de
discurso” atraviesa la producción de infancia. El
concepto cultural de infancia se sustenta, opinan los lingüistas, en
operaciones discursivas que connotan una serie de significaciones. Se han
definido como fundamentales las significaciones de: docilidad, capacidad
de espera, inocencia entre otros. Estos
supuestos, sabemos, que hoy están en debate. Se nos dice que se ha
transformado la producción institucional de la infancia. El
discurso mediático ha ido cobrando una fuerza arrolladora en la tarea de
producción de sentidos. Nos
resulta fundamental considerar el modelo de infancia que emerge del
discurso mediático. En
consideración a esta jerarquía trataremos especialmente el tema
“Familia y Medios” en el siguiente módulo de este Seminario. Nos parece fundamental poner a trabajar entre ustedes esta pregunta: ¿Cuál es la infancia que el discurso de los medios produce hoy? Esta nos habilita otras, como: - La infancia que conocíamos ... ¿ se acabó? - La escuela que conocíamos ... ¿ se acabó? -
La familia que conocíamos ... ¿ se acabó? El
discurso de los medios tiene efectos directos a la hora de construir la
subjetividad actual del niño. ¿Cuáles
son hoy los aspectos que definen a la visión mediática de la infancia? La
publicidad es un género del discurso mediático. En la actualidad se
reflexiona y se advierte sobre la idea de que el niño en la publicidad
aparece equiparado a un cuerpo con urgentes necesidades: solo parece ser
visto como consumidor, quedando expuesto a las estrategias de marketing. La
situación histórico-cultural estaría entonces determinando la concepción
y el modo como se es niño, niña o adolescente. Los
medio masivos de comunicación, entonces, como lugar privilegiado de
exposición del sujeto, dictan los modelos de cómo ser para ser
aceptado. El
tratamiento de las noticias en la prensa oral o escrita reflejan temas
tales como el aumento de las estadísticas sobre la niñez en conflicto
con la ley. Desde una modalidad discursiva
que no invita abrir cuestionamiento sobre el tema. La atracción de los medios es de tal magnitud que borra la posibilidad de construir un pensamiento alternativo. Cabría
una nueva pregunta, ya que parecería operar un sutil desplazamiento en la
actualidad: ¿protegemos a los niños o a los derechos de los niños? Importaría
también, traer otro tema, referente al proceso que se empezó a dar en la
segunda mitad del siglo pasado y que tiene que ver con las posibilidades
de desvinculamiento de las parejas y de los núcleos familiares. ¿Se
acabó “la familia”? Hoy son muchos los niños que conviven con varias
familias simultáneas, las nuevas legalidades habilitan nuevos modelos de
vínculo y de desvínculo. ¿Cómo se irán procesando estas coordenadas?
Tanto en lo interno de cada individuo como en lo colectivo. IV. Promoción
de resiliencia
Este
es otro aspecto que desearíamos que enmarcara a este Seminario. Desde que
se define la resiliencia, como una propiedad subjetiva que permite
resistir y aún salir fortalecido por la adversidad, podríamos decir que
este tema habilita a una reflexión personal. De alguna manera nosotros
mismos pudimos comprender, respecto a procesos personales que habían
significado la continentación que habíamos recibido. Antes no se hablaba
de Resiliencia, pero hoy al analizar el concepto, al hacer una cierta
introspección se entra a discernir y a valorar la cantidad de elementos
de resiliencia que jugaron en la historia personal de cada uno de nosotros
y que nos permitieron haber podido afrontar o pasar por las adversidades
sin haber sido dañados. V. El tiempo de infancia como proceso que
media entre la Naturaleza y la Cultura Podría
decirse que la tarea fundamental de los tiempos de infancia y adolescencia
tiene que ver con contar con un espacio para construir (desde la apoyatura
vincular) una estructura valorativa que permita significar la realidad,
aprehenderla y transformarla. El
construir una estructura de significación, a modo de gramática
es algo
fundamental, que el ser humano necesita “Crear y Creer” para empezar a
caminar, para construirse un proyecto y desde ahí construirse un mundo.
Esta estructura se construye en y desde la familia. Todo parece confluir
sobre la familia, hemos de encontrar como hacer para “empoderar” a la
familia. Ya que podríamos esperar que en ese “empoderamiento” se
juegue la capacidad de resiliencia. Estamos
enfrentados a una labor colectiva y multidisciplinaria, debemos colaborar
con el Estado en la tarea de dar protección a las familias en riesgo. Creemos
que ha existido un gran vacío en lo que hace a políticas de familia,
incluso como parte de las políticas de infancia y adolescencia simultáneas.
Creemos que al día de hoy, tanto las madre como los padres viven una gran
necesidad de capacitación y apoyo, que convoca a múltiples profesiones.
Habríamos de operar en esta labor colectiva, creado de resiliencia, a
modo de campaña inmunológica de
modo de generar fortalezas que permitan resistir la adversidad. La
construcción de esa suerte de gramática,
de la que hablábamos al principio, supone que los adultos revisemos
nuestra propia gramática,
donde ponemos los signos de puntación, nuestro propio contenido, nuestra
propia semántica, el mundo de nuestros valores como un implícito
inevitable. Estamos frente a un desafío en la tarea de construir un mundo
coherente con el entramado ético al que adherimos, con un concepto de
familia fortalecida para que el niño pueda vivir y ejercer sus derechos,
unificados en un concepto de sencilla enunciación “Derecho
a la alegría”,
en palabras del Dr. Rodríguez Fabregat pronunciadas al momento de crearse
este Instituto.
|
|