CONSECUENCIAS DE LAS TRANSFORMACIONES EN FAMILIAS DE ESTRATOS POPULARES URBANOS SOBRE LA REPRODUCCIÓN INTERGENERACIONAL DE LA POBREZA. |
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Permítanme comenzar con algunas reflexiones generales sobre los cambios que están ocurriendo en las familias. En los últimos años se han escuchado muchas voces que presentan con alarma las tendencias de una supuesta descomposición de la familia. Cuáles son los síntomas que activan esa alarma generalizada -que se puede observar entre académicos y líderes civiles, religiosos y políticos- acerca del futuro de la situación actual y el futuro de la familia? Se habla de un aumento de los embarazos adolescentes, la creciente inestabilidad que se refleja en las tasas de divorcio y separaciones; de nuevos arreglos familiares que incluyen familias reconstituidas, de tendencias al aumento de parejas que conviven sin formalizar su unión; etc, y se atribuye a los problemas que parecería estar teniendo la institución familiar, concebida como unidad básica de la sociedad, todo tipo de males sociales, desde la drogadicción y la delincuencia juvenil, hasta la perdida de integración de las sociedades. Para aclarar el significado de estas tendencias es útil repasar brevemente algunos de los rasgos mas salientes de las grandes transformaciones que se operan en las familias en el último siglo, siglo y medio. a) familia empresarial. Durante la existencia documentada de la humanidad, y posiblemente hasta la generación de nuestros abuelos, predominó un tipo de familia empresarial que era al mismo tiempo un ámbito de consumo, de procreación y de producción: campesinos, pequeños talleres artesanales, pequeños comercios o pequeñas empresas de servicios. Lo "normal" en la historia de la humanidad fue que, con distinta dedicación y aportes, todos los miembros de la familia trabajaran en la empresa familiar. Este sistema es el que predominó por muchos siglos. Se caracterizaba por un patrón de interacción de gran densidad apoyado en una mutua dependencia que, en algunos casos, era reforzado por el relativo aislamiento geográfico. La autoridad era patriarcal. Se trataba básicamente de una unidad económica que luchaba por su sobrevivencia y que para hacerlo de modo eficiente requería, como la mayoría de las unidades de producción, de una organización jerárquica con un liderazgo claramente reconocido en la cima. El jefe del hogar reunía en su persona los roles de proveedor principal de ingresos, gerente de la empresa colectiva, y transmisor de técnicas y habilidades cuya adopción garantizaba a sus hijos la posibilidad de reproducir el modo de vida familiar en un contexto de cambios sociales y tecnológicos muy lentos. b) Familia de aportante único. Con el crecimiento de las ciudades, las fábricas y las grandes empresas públicas y privadas, este sistema fue desplazado por otro que podríamos llamar el del "proveedor único" (los norteamericanos lo llaman "breadwinner system"). Lo que distinguía al nuevo tipo de familia era una separación clara entre el lugar de trabajo y el lugar de residencia, así como una distinción igualmente clara entre el rol masculino (el que trabaja y gana dinero) y el femenino (la que se encarga de las tareas domésticas). Curiosamente, este modelo, con el que nos criamos muchos de los de mi generación, y que fuera ampliamente difundido por las películas norteamericanas de la década de los 50 como el ideal de la familia de clase media urbana, pasó fugazmente por la historia, puesto que sólo tuvo predominio en un período minúsculo del devenir humano. En Europa, este sistema se asoció al surgimiento y propagación de la revolución industrial. La fuerza de trabajo agropecuaria fue predominante en Inglaterra hasta 1830 y en Estados Unidos hasta 1907, pero antes y después de esas fechas se produjeron desplazamientos de mano de obra de actividades de cuasi subsistencia en la agricultura -así como de talleres de producción doméstica artesanal- a actividades asalariadas en la industria. Comparadas con el ritmo que asumieron cambios similares en los países actualmente subdesarrollados, aquellas transformaciones fueron lentas y continuas, lo que permitió el surgimiento de algunas formas organizativas intermedias que aminoraron el impacto que tuvo para la familia la separación del hogar del lugar de trabajo. Tal fue el caso, por ejemplo, de las fábricas de textiles de algodón inglesas a fines del siglo XVIII y principios del XIX. En ellas, según Smelser, se contrataban familias enteras, lo que permitió preservar por algún tiempo la facultad de los padres de entrenar y supervisar las labores de sus hijos en la industria. Datos sobre los cambios en la composición de la población económicamente activa en Francia desde principios de siglo XIX, también muestran una reducción pausada y continua del "sistema de trabajo familiar". La relativa lentitud de los procesos de introducción de tecnologías de producción y organización de las actividades económicas dio tiempo a que, a lo largo de varias generaciones, las personas fueran ajustando sus patrones de comportamiento familiar a las nuevas realidades, lo que permitió consolidar el llamado "breadwinner system", esto es, la asignación de roles específicamente domésticos a las mujeres y específicamente laborales, fuera del hogar, a los hombres. c) Familia de aportante múltiple. De hecho, la familia de aportante múltiple donde ambos cónyuges trabajan fuera del hogar ya es en los países desarrollados la estadísticamente más numerosa. En un seminario reciente de la Asociación Internacional de Seguridad Social, muchos de los participantes de países industrializados coincidieron en afirmar que los años 60 marcaron un punto de inflexión en los anales de la familia: el "breadwinner system" ya no era la norma. Las tasas de participación de las mujeres casadas indicaban que la mayoría de las familias registraban a los dos cónyuges en la fuerza de trabajo. En Estados Unidos, por ejemplo, después de un proceso de aumento de aproximadamente un punto porcentual promedio anual de esas tasas desde el fin de la segunda guerra mundial, para 1990 se informaba que solo un 5% de las familias correspondían a tal sistema. OTRAS TRANSFORMACIONES SOCIALES QUE ACOMPAÑARON EL CAMBIO DE SISTEMAS DE FAMILIA. Estos cambios en el
peso relativo de la familia empresaria, la del proveedor único y la de la
pareja proveedora se produjeron en forma paralela a otras "mini
revoluciones" que facilitaron en algunos casos, y complicaron en otros el
pasaje de un tipo de familia a otro.
Para mencionar telegráficamente algunas. Primero, la
sexualidad se disoció de la reproducción. La combinación de innovaciones
tecnológicas anticonceptivas, mayor educación de los jóvenes y más rápida
difusión de conocimientos liberó a las relaciones sexuales del temor a
embarazos no deseados y poco a poco contribuyó
a debilitar la duplicidad de criterios con que se juzgaba la actividad
sexual de hombres y mujeres. Segundo, las mujeres
comenzaron a tener muchos mas años de su vida activa sin responsabilidades
reproductivas. Hay varias razones para ello. Por un lado, las mujeres viven
más, tienen menos niños que antes y los nacimientos tienden a concentrarse en
los primeros etapas de la vida conyugal. Por otro, el acceso a secadoras y
lavadoras de ropa, microondas, refrigeradores y toda una parafernalia de
tecnología doméstica simplificaron las tareas del hogar, mientras que un
aumento en la oferta de servicios de cuidado de los niños y la extensión del
preescolar a infantes de corta edad, contribuyeron a liberar tiempo materno de
la atención infantil. Tercero, la calificación de la
mujer aumentó rápidamente. Si en la generación de nuestros abuelos el
promedio educativo de los hombres era superior al de las mujeres, ahora ocurre
lo contrario, el promedio de años de estudio de las mujeres suele ser en todos
los países superior a los hombres, particularmente entre las nuevas
generaciones. Esta situación aumenta el costo de oportunidad de quedarse en la
casa. Cuarto, en el ámbito de la cultura se ha
consolidado un sistema de valores que enfatiza el individualismo, la autonomía
y la realización personal, y una privatización de la vida asociada a un
consumismo que reduce el rol de la sociabilidad como fuente de satisfacción en
la vida cotidiana, todo lo cual posiblemente esté socavando los sentimientos de
obligación hacia otros que están en la base de los vínculos de solidaridad
intrafamiliares. Paralelamente, como parte del proceso de secularización,
esferas de la vida que previamente habían sido consideradas como sagradas, como
la maternidad, la sexualidad y el matrimonio, son más y más sometidas al escrutinio
de la razón, proceso favorecido por un mundo sin fronteras comunicacionales en
el que la TV compite con las funciones de socialización de las familias. Quinto, estamos ya en una
economía de servicios, que ofrece muchas mas oportunidades de trabajo a las
mujeres que lo que hacia una economía industrial. Se podrían enunciar muchos otros cambios que están acompañando las transformaciones en los tipos de familia. Pero lo dicho alcanza para subrayar un punto importante: el eje en torno al cual gira la transformación actual de la vida familiar está definido por los cambios en la situación de la mujer. Con más educación, más tiempo disponible, menor dependencia sexual de la pareja, sujeta a un clima cultural que estimula el desarrollo de sus potencialidades fuera de las fronteras domésticas y con una estructura productiva más favorable a su inserción, la mujer enfrenta oportunidades que hasta el momento le habían sido negadas. ALGUNAS CONSECUENCIAS DE ESTOS CAMBIOS Esta situación está modificando sustancialmente los contenidos de las relaciones de pareja. Para entender mejor estas modificaciones repasemos rápidamente lo que pasa en cada uno de los tipos de familia antes considerados. En efecto, en la familia empresaria los cónyuges son socios productores así como corresponsables del mantenimiento de un hogar. La vida del trabajo se fusiona con la vida del hogar. Las relaciones conyugales ( y también con los hijos) deben ser tales que aseguren cotidianamente la continuidad de un esfuerzo colectivo en el que el bienestar de cada uno depende de la actividad de los demás. en el tipo "proveedor
único de ingresos familiares", esa dependencia mutua se mantiene,
aunque cambia de contenido. La vida del trabajo se separa de la vida del hogar.
La mujer necesita al hombre que provee el sustento diario y el hombre necesita
de la mujer que organiza su mundo doméstico y asume responsabilidad principal
en el cuidado y crianza de sus hijos (esta
complementariedad de roles sin duda
llevó a muchos a pensar que este era el tipo de familia ideal). En cambio, en la "pareja
proveedora", la menor dependencia económica y emocional de la mujer
con respecto al hombre que resulta de sus nuevas oportunidades de relaciones
con otros hombres y mujeres en el mundo laboral, de la cultura y del
conocimiento, le abre un margen de negociación en cuanto a sus derechos y a la
distribución de las responsabilidades domésticas históricamente inédito, y que
le permite redefinir el contenido de las relaciones de pareja. El resultado tiene
que ser, necesariamente, una relación más simétrica que en el pasado. Mas aún,
la estabilidad de las nuevas relaciones de pareja pasa a depender más de la
compatibilidad de los proyectos de vida de cada uno de los cónyuges que de la
adhesión a los patrones familiares tradicionales o de las presiones de otros
parientes y amigos. Ahora bien. Los
cambios en las relaciones de pareja que asocian a las transformaciones en los
tipos de familia, no parecen justificar mayor alarma. Al contrario, para
aquellos que creemos en la igualdad, y en la conveniencia que las personas
amplíen sus oportunidades de elección, de libertad y de realización personal,
el conocimiento de las tendencias recién resumidas debería dejarnos la
sensación de que las cosas están marchando por buen camino. Los vínculos de
pareja dependen menos de necesidades económicas, de prejuicios y presiones
sociales y más del afecto y de la compatibilidad de proyectos de vida. Por otra parte, no parece probable que en un
mundo en el que aumenta constantemente la igualdad de oportunidades entre
hombres y mujeres el principio organizador de las familias siga siendo la
división del trabajo de acuerdo al sexo. Pero los
"alarmados" nos dirían que no estamos mirando lo que hay que mirar,
la cara oscura de estos procesos. Ellos destacan lo siguiente. En primer lugar,
las familias son más inestables. Una señal de tal inestabilidad es el
crecimiento de la tasa de divorcios y de separaciones que se registra en la
mayoría de los países para los que se dispone de información. En consecuencia,
también crecen los hogares monoparentales (usualmente una madre con sus hijos)
así como los hogares reensamblados o reconstituidos, donde los niños no
conviven con sus dos padres biológicos. Otras señales de inestabilidad y desarticulación
familiar la da el aumento de la proporción de parejas jóvenes que cohabita sin
casarse y que tampoco formaliza su unión cuando aparece el primer hijo. También
señalan que la liberación de las relaciones premaritales es de tal magnitud que
ni aun la mayor educación de los jóvenes ni la creciente difusión de las
ténicas anticonceptivas pueden evitar el significativo aumento de la proporción
de embarazos adolescentes en el total de embarazos. Los "alarmados" subrayan que la familia es el núcleo básico
de la sociedad, porque ninguna otra institución puede sustituirla en la tarea
de transmitir valores a los niños, de disciplinarlos para una vida social
ordenada, de darles identidad, sentido de pertenencia y de obligación moral
hacia otros. Pero dicen, y muestran evidencia de estudios que lo corroboran,
que para cumplir esta tarea es necesaria (aunque obviamente no suficiente) la
presencia continua de ambos padres biológicos. Muestran que, por ejemplo, en
Estados Unidos, alrededor de 1950 mas de un 80% de los niños se criaban en una
familia con sus dos padres biológicos que estaban casados legalmente. En 1980,
sólo 50% de los niños podía esperar vivir toda su infancia en una familia
intacta. Seguramente en esta década menos de la mitad de los niños están
viviendo con su papá y su mamá. También se muestra que cuando ellos no están,
aumentan las probabilidades de fracaso escolar de los niños así como la
predisposición de los jóvenes a las drogas o los actos delictivos. De este
modo, la preocupación de los "alarmados" se basa en la profunda
convicción que de continuar las tendencias presentes a la inestabilidad y
desorganización familiares, la humanidad podría dirigirse a un colapso social. Evidentemente se plantea un problema de como conciliar las tendencias
hacia la creciente individuación (realización personal) y autonomía de los
miembros de la pareja con las obligaciones y responsabilidades asociadas,
fundamentalmente, a las funciones de socialización. Las tensiones entre estas
exigencias parecen inevitables. Por un lado, sin duda muchas mujeres se sienten
agobiadas por el peso de las tradiciones familiares y ven los procesos de
individuación y autonomía como fuerzas liberadoras que, en la medida que se
consolidan, abren oportunidades de desarrollo de las capacidades personales que
de otro modo quedarían inhibidas. Por otro, también es cierto que estos
procesos parecen no haber sido acompañados de un cambio equivalente en las
expectativas masculinas con respecto a los roles familiares. Es muy probable
que este desajuste de expectativa sea uno de los factores que contribuyen al
claro aumento de la monoparentalidad, de la inestabilidad y de las familias
reconstituidas o reensambladas,
fenómenos que, como se sabe, representan situaciones de riesgo para los
niños. Lo que resulta claro es que solo un aumento de la equidad en la
distribución de las obligaciones familiares y la eliminación del principio de
división del trabajo basado en el género, puede dar a las familias la
flexibilidad necesaria para enfrentar los desafíos de la adaptación a un cambio
constante. En resumen, la marcha
hacia una mayor equidad entre hombres y mujeres en todos los órdenes parece ser
un proceso imparable y una señal de progreso humano. Pero no hay duda
que dicho proceso implica una profunda
redefinición de roles que tradicionalmente han servido como ejes para la
formación de la identidad adulta de hombres y mujeres y por ende, su
transformación no puede menos que fuertes tensiones. Creo que esas
adhesiones valóricas con fuerte carga emocional, que suelen traducirse como
inercias culturales, forman parte de la
explicación de las tensiones entre contenidos emocionales y contenidos
cognitivos y racionales que emergen con los cambios de rol. Por ejemplo, un
reciente estudio –cuyos resultados vi por TV- en Europa muestra que la
frecuencia de personas con ataques al corazón es mayor entre los hombres que se
dedican a tareas domésticas que entre los que trabajan fuera de la casa, y que
lo contrario ocurre con las mujeres. Esto es, mi impresión es que una
importante proporción de hombres y mujeres, y de las instituciones que ofician
de soporte a las familias, están todavía ideológica y culturalmente mal
equipados para lidiar con el desafío de mantener funciones familiares esenciales mientras se procesa la
transformación de sus respectivos roles dentro de la familia. Por otra parte, siendo uno de los costos indudables del ajuste a estas
nuevas condiciones la creciente inestabilidad de las parejas, de proporción de madres solteras, de uniones
consensuales y de matrimonios reconstituidos, la evidencia muestra que las
consecuencias de estas situaciones no son buenas para los niños, a los que
sistemáticamente les va peor cuando no cuentan con ambos padres biológicos para
su atención y cuidado. TENDENCIAS EN URUGUAY PRIMER CAMBIO: SE CONSOLIDA EL SISTEMA DE FAMILIA DE APORTANTE MÚLTIPLE. En la última década se produjo una reducción
significativa del peso relativo de las familias con aportante único con
respecto a aquellas donde aportan tanto el jefe como el cónyuge. Este cambio no
afectó por igual a las familias de distintos estratos sociales, siendo más pronunciado entre las parejas con mayor
nivel educativo. De este modo se amplió la brecha ya existente entre sistemas
de familia por estrato social. Cuadro 1: Evolución del porcentaje de parejas con niños entre 0 y 5 años donde aportan jefe y cónyuge según promedio de años de estudio de los cónyuges. Uruguay urbano 1991-1999
Fuente: elaboración propia en base a la ECH del INE SEGUNDO CAMBIO: AUMENTA EL PESO RELATIVO DE
NUEVAS FORMAS DE CONSTITUCIÓN DE FAMILIA. ELLO SE REFLEJA EN LAS PROPORCIONES
DE NACIMIENTOS CONCEBIDOS FUERA DEL MATRIMONIO, DE LAS UNIONES CONSENSUALES, Y
DE LAS FAMILIAS MONOPARENTALES. La velocidad de los cambios en las formas de
constitución de familia ha sido notable, al punto que Carlos Filgueira los
concibe como una de las revoluciones
ocultas que está experimentando la sociedad uruguaya. Veamos algunas cifras. Evolución de las tasas de ilegitimidad de nacimiento
para madres menores de 20 años y total de madres. Uruguay, años seleccionados.
Fuente: IPES en base a Estadísticas Vitales del INE y de
la División de Estadística del Ministerio de Salud Pública del Uruguay ...Y con respecto a la evolución de las uniones consensuales. Porcentaje de uniones consensuales en relación al total de parejas constituidas según edad y región. Areas Urbanas 1984-2000
Fuente: actualización propia en base a cuadro 2 de Carlos Filgueira, Revoluciones Ocultas: la Familia en Uruguay, CEPAL Montevideo, 1996
Cuadro 3: Porcentaje de parejas unidas consensualmente y de hogares monoparentales con niños entre 6 y 12 años, según ingreso per cápita y clima educativo del hogar. Uruguay urbano 1999
TERCER CAMBIO: AUMENTA LA INESTABILIDAD DE LAS FAMILIAS. SE ALTERA LA RELACION ENTRE LA FORMACIÓN Y DISOLUCIÓN DE PAREJAS, LO QUE SE EVIDENCIA EN LA DIFERENTE EVOLUCIÓN DE LOS DIVORCIOS Y SEPARACIONES CON RESPECTO A LOS MATRIMONIOS. PARALELAMENTE AUMENTAN LAS FAMILIAS ENSAMBLADAS Y LA PROPORCION DE NIÑOS QUE NO CONVIVEN CON AMBOS PADRES BIOLÓGICOS.
Entre 1960 y el 2000, el número de divorcios
aumentó mas de 6 veces. En 1960, por cada 12 matrimonios registrados se
producía un divorcio. En 1990 esa relación bajó a 2,8, y algunos datos
recientes han revelado que la relación está cercana al uno a uno. Y no estamos
considerando en estas cifras las separaciones que quiebran uniones
consensuales. Muchos de los divorciados constituyen nuevas familias. No disponemos de información actualizada sobre la proporción de familias ensambladas donde los niños no conviven con ambos padres biológicos. En 1990, aproximadamente un 10% de los niños que asistían a primaria vivían en familias reconstituidas. ALGUNAS CONSECUENCIAS
DE LOS CAMBIOS EN EL SISTEMA DE FAMILIA, EN SUS FORMAS DE CONSTITUCIÓN,
DISOLUCIÓN Y RECONSTITUCIÓN, SOBRE LOS
MECANISMOS QUE ENDURECEN Y REPRODUCEN
LA POBREZA SI ACEPTAMOS QUE LA REPETICIÓN EN PRIMARIA ES
UNA DE LAS SITUACIONES DE RIESGO QUE AUMENTA LA PROBABILIDAD DE REPRODUCIR LA
POBREZA DE UNA GENERACIÓN A LA SIGUIENTE, EL CUADRO 4 PERMITE OBSERVAR EL
IMPACTO DE LA FORMA DE CONSTITUCIÓN DE FAMILIA SOBRE ESE COMPORTAMIENTO DE
RIESGO Cuadro 4: Porcentajes de alumnos de 6º grado de primaria con experiencia de repeticiones por nivel educativo de las madres y tipo de familia. (Montevideo, 1990)
Fuente: CEPAL, Oficina de Montevideo, en base al estudio “Diagnóstico e investigación de la educación básica en Uruguay”, 1991 CONCLUSIONES SIMILARES SE PUEDEN DERIVAR DE LA LECTURA DEL CUADRO 5. EN
EL SE
OBSERVA QUE PARA UNA MISMA CONDICIÓN SOCIOECONÓMICA, EL HECHO DE ESTAR
UNIDO CONSENSUALMENTE O LEGALMENTE TIENE CLARA INCIDENCIA EN EL RIESGO DE MARGINALIDAD O EXCLUSIÓN DE LOS
ADOLESCENTES. Cuadro 5: Porcentaje de jóvenes 14-19 años que no estudian, no trabajan, ni buscan trabajo, por ingreso per cápita y clima educativo del hogar, según tipo de estructura familiar. Uruguay urbano, 1999.
DIFICULTADES PARA ELABORAR E IMPLEMENTAR POLITICAS DE FAMILIA Veamos algunas de las dificultades que
enfrenta el diseño y la implementación de las políticas de familia: i)
Problemas de diagnóstico; ii) dificultades para precisar cuales son los
objetivos de una política de familia; iii) la tensión entre lo público y lo privado;
iv) tensión entre los valores familiares y los valores de equidad social. i. Una primera dificultad es la falta
de información sobre algunas de las características de la formación, del tipo
de estructuras familiares, y de su disolución. Me refiero fundamentalmente al
problema de la identificación de los nucleos familiares dentro de los hogares y
a la identificación de las familias reensambladas o reconstituidas. La posesión
de información en ambos casos permitiría saber cuales son las consecuencias de
esas familias sobre el comportamiento de niños y adolescentes. Tampoco tenemos
buenos análisis de las características de las personas que se divorcian, pese a
que la información si existe. Lo mismo pasa con la posibilidad de hacer
análisis exhaustivos de las características de las madres que conciben hijos
fuera del matrimonio, lo que ayudaría mucho a focalizar acciones tendientes a
evitar esa situación. Pero como dije antes, el problema de las políticas de
familia no es, a mi entender, un
problema de diagnóstico. Con lo que se sabe se podría avanzar mucho, si se
tiene claridad sobre hacia donde avanzar. ii. Pero justamente hay dificultades
para especificar operacionalmente los objetivos de la acción. Que significa
reforzar la familia? crear condiciones favorables a su constitución?, intentar
evitar su disolución?, mejorar su condiciones de bienestar? proteger a los
miembros vulnerables? Tratar de mantener las estructuras o mantener las
funciones? Se debe actuar directamente sobre las relaciones familiares, sobre
las condiciones socioeconómicas que apoyan la vida familiar, o tratar de
reforzar las relaciones entre las familias y dichas instituciones? iii. Una tercera dificultad radica en
como conciliar la responsabilidad pública de apoyar la familia y a sus miembros
con el respeto a la privacidad de la familia. Esta tensión se evidencia, por
ejemplo, cuando se plantea como actuar en los casos de violencia doméstica.. iv. Por
último, lo cierto es pese al aparente consenso acerca de la esencialidad de la
familia, mucha gente tiene dudas con respecto a cuanto contribuye su
funcionamiento a la erosión de algunos
valores sociales muy apreciados. Por ejemplo, algunos temen que el
reforzamiento de las familias signifique mantener un principio organizador de
la sociedad basado en la división del trabajo según sexo, y que. por ende, los
valores sobre los cuales se construye la familia demanden, particularmente a
las mujeres, importantes renuncias a aspiraciones de realización personal.
Otros temen que el funcionamiento de las familias debilite los esfuerzos de
igualación de oportunidades para los distintos estratos, por la reproducción
intergeneracional de la estratificación social, que define puntos de partida
diferentes para niños de distintos estratos.
OTRAS NOTAS SOBRE
ORIENTACIONES GENERALES
Pese a las dificultades para definir
líneas de acción hay algunos problemas que pueden plantearse con cierta
claridad y pueden dar lugar a orientaciones generales. Dejenme mencionar sólo
algunas de ellas. 1. En primer lugar, creo que toda
acción que tenga como objetivo mejorar las condiciones de constitución de
familia, o las condiciones de su estabilidad, debe estar focalizada en los
estratos de menores recursos. Esta sugerencia no parte de un criterio general por el cual es deseable focalizar las
acciones sociales en esos estratos, ni por la creencia que otros estratos no
presentan problemas serios en la familia, sino más bien por el convencimiento
de que la familia bien constituida es el recurso mas importante que pueden
tener los miembros de esos estratos para mejorar sus condiciones de vida, la de
sus hijos y para contribuir al bienestar general. Primero, porque
no cuentan con recursos alternativos. Segundo, porque la
existencia de un proyecto colectivo es un motor para movilizar a los miembros,
para estructurar sus aspiraciones y para hacerles diferir gratificaciones en
pos de la satisfacción de una meta colectiva. Tercero, porque las
familias incompletas o inestables en esos estratos tienen una dramática incapacidad
para contener a sus hijos, para hacerles internalizar hábitos y disciplinas de
trabajo, y consecuentemente los deja mas expuestos a las influencias de la
comunidad de pares en asentamientos precarios, lo que los transforma en potenciales partícipes de una subcultura de
la marginalidad. Y por último, porque la desestructuración de las
familias de estratos populares urbanos priva a la sociedad de una usina
irreemplazable en la formación del capital humano nacional. . 2. En efecto, la creciente tendencia a
la constitución de hogares incompletos y de parejas inestables en los estratos
bajos urbanos implica un progresivo debilitamiento de la familia y por ende, de
su aptitud para proveer los activos con que los niños y adolescentes pobres van
capacitándose para hacer uso de la estructura de oportunidades existente en la
sociedad. En la génesis de las dificultades para constituir familias estables
se observa una combinación de cambios culturales en el significado de la
sexualidad, y de renuencia de los varones de escasa calificación en asumir los
compromisos que implica la formación y el mantenimiento de un hogar. En efecto,
los datos revelan, por un lado, un
descenso en las edades de iniciación sexual y un aumento del peso de las madres
adolescentes en el total de nacimientos. Por otro, una muy rápida elevación de
los años de estudio que son necesarios para obtener los ingresos que necesita
un joven para mantener una familia mínima. 3. Un segundo campo de
acción se refiere a la sensibilización de la conciencia pública sobre el hecho
que cualquier alternativa institucional específicamente diseñada para compensar
las falencias familiares será más difícil, más costosa y de menor eficiencia
relativa que los esfuerzos por apuntalar las familias. Es igualmente importante
tomar conciencia que los costos de tales alternativas serán mayores a medida
que se prolongue el período de formación necesario para que los jóvenes puedan
satisfacer los nuevos requerimientos del mercado de trabajo, dada la aparente
insustituibilidad de la familia para proporcionar el apoyo material,
psicológico, emocional, de hábitos de disciplina, etc., demandado por los
nuevos patrones de integración social. 4. Un tercer área de
acción es la de prevención de embarazos adolescentes. La evidencia sugiere que
es muy difícil evitar la acumulación de desventajas a lo largo de la vida
cuando el punto de partida es débil y que, por ende, el momento de constitución
de las familias es una de esas instancias cruciales de intervención. Dado el creciente
peso de los embarazos adolescentes y de su correspondiente participación en el
aumento de las tasas de ilegitimidad, parece imprescindible crear
condiciones favorables a la postergación de la edad de los embarazos. Ello
implica, entre otras cosas, urgentes acciones en el campo de la educación
sexual impartiendo conocimientos que permitan
controlar la reproducción y garantizar que se tendrán los niños cuando
se deseen, así como una comprensión más amplia y profunda de las
responsabilidades de la maternidad y la paternidad, así como la mayor retención
posible de la mujer dentro de los establecimientos educativos. 5. Una cuarta prioridad es reducir la alta
asociación que hoy existe entre constitución de familia y pobreza,
particularmente entre los jóvenes de escasos logros educativos. La familia
fuera de la pobreza debe ser una meta accesible para los jóvenes. Ello tiene
que ver con la creación de oportunidades de empleo productivo, con la
flexibilización de los requerimientos para el acceso a dichos empleos, con el
tipo y nivel de cobertura de los beneficios asociados a la paternidad
(asignaciones familiares, licencias maternales y paternales, etc), y con la
posibilidad de acceso a servicios que permitan compatibilizar el trabajo con la
crianza de hijos. Además, tiene que ver especialmente con las políticas
habitacionales, porque la esperanza de acceder a una vivienda suele articular y
dar sentido a los esfuerzos de la pareja, que sabe que su posesión de una
vivienda actúa como un colchón protector frente a contingencias económicas
difíciles, reduciendo de ese modo la vulnerabilidad de la familia. 5. Quinto, pero además de
accesible, la familia debe ser una meta deseable. Para ello, en primer lugar,
se debe promover un reconocimiento social de su importancia. Las sociedades
tradicionales ritualizaban el acto del matrimonio en celebraciones que
abarcaban a las comunidades locales, demostrando la importancia que asignaban
al evento. Estos ritos se han debilitado y en algunos casos han perdido toda significación.
Los organismos responsables pueden generar condiciones para dignificar las
ceremonias en el registro civil. 6. Sexto, el
fortalecimiento de los lazos comunales debe ser un matiz siempre presente en el
diseño de las políticas dirigidas a la familia. Planteadas más de una
alternativa de ejecución de dichas políticas, se debe elegir aquella que
promueva el diálogo, la dependencia mutua, el reforzamiento de los vínculos de
solidaridad, la realización de emprendimientos conjuntos. Todo ello enriquece
las redes de reciprocidad y de confianza. Cuanto más denso el tejido social
comunal, mayor su capacidad para apuntalar la función de las familias en el
cumplimiento de su función socializadora, permitiendo transferir estándares de
comportamiento a niños y adolescentes de manera más efectiva y eficiente que
las burocracias estatales y los organismos especializados de control. 7. Séptimo, en el campo
de la información, es necesario reforzar las oficinas de registros de hechos
vitales, de manera de monitorear con información actualizada lo que ocurre con
los nacimientos, legítimos e ilegítimos, observando las variaciones en las
categorías de madres mas afectadas por la ilegitimidad. De poder hacer el
seguimiento de matrimonios y divorcios y de los cambios en las características
de las personas en esas situaciones 8. Por último, y quizás paralelamente al diseño de políticas específicamente diseñadas para apoyar la constitución y la estabilidad de las familias, es necesario elaborar instrumentos para evaluar el efecto que tienen las políticas sectoriales sobre la estructura y el funcionamiento de las familias. Acciones en educación, como la prolongación de las horas de colegio o los comedores escolares ciertamente afectan el funcionamiento de las familias: como? Lo mismo pasa con las políticas hacia la tercera edad, tanto las que tienen que ver con las jubilaciones y pensiones como las de salud, o el establecimiento de instituciones para ancianos. Ni hablar de las políticas de vivienda. Se trata en estos casos de iniciativas que sin haber sido concebidas con el propósito de alterar la estructura y funcionamiento de las familias, ciertamente tienen efectos sobre ambas dimensiones que deben ser consideradas previamente.
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