Producir
un libro ilustrado para niños y niñas en el que "el
personaje" sea la democracia, parece una batalla perdida
antes de comenzarla. Pese a eso nos atrevimos a correr el
riesgo de invitar a los niños a hurgar juntos en el misterio de
esta palabrita que inventaron los griegos hace muchos siglos, para
intentar hacer surgir de ella la magia de su contenido.
En los cuentos para niños aparece casi siempre un personaje
central que se destaca por su bondad o por su maldad: alguien a
quien todos admiran, a quien todos temen o a quien todos
odian. Ese "alguien" es, de una u otra forma,
quien termina definiendo cómo se debe organizar la vida de la
gente y en función de qué intereses.
El "personaje" de Los Niños, las Niñas y su
Derecho a la Democracia en realidad son los propios niños y
las propias niñas aprendiendo a convivir entre sí y con los
adultos todos. La imagen y el texto nos hablan de que
"democracia" es aprender a respetar los derechos
de los demás no con resignación sino como una verdadera fuente
de felicidad para sí y para los demás.
Dificilmente la democracia podrá ser, como dijo alguien que
pensó mucho en ella: "el gobierno del pueblo, por el pueblo
y para el pueblo", si ese pueblo cuando fue niño o niña no
estuvo debidamente alimentado, cuidada su salud, y no aprendió a
convivir con los demás niños y niñas, con sus padres, sus tíos
y sus vecinos, respetándolos por su edad, por sus habilidades,
por sus diferencias y, por qué no, también por sus necesidades.
Quienes sueñan con una América viviendo en armonía y en
libertad, no pueden descuidar, para que ello sea no sólo sueño
sino realidad, el explicarles a los niños y a las niñas desde
sus primeros años porque no hay mejor forma de convivencia para
los seres humanos que vivir en democracia, y demostrárselo
viviendo la democracia desde el hogar, la escuela, y las calles
del barrio.
Alejandro
Bonasso |